domingo, 22 de mayo de 2011

Desayuno sobre la Hierba




En 1863, Manet presenta en el Salón de Otoño de París esta obra, cuyo título original era “El Baño”. La obra es rechazada, creando, no obstante, una gran polémica en torno a ella. Sin embargo esta obra, junto con otras muchas que tampoco tuvieron la aprobación del jurado, fueron expuestas en el recién creado Salón de los Rechazados, cuya exposición obtuvo un sonado éxito.



Fue el mismo Napoleón III quién decidió la creación de este segundo salón para que el público tuviera la opción de opinar por sí mismo, acerca de las obras rechazadas por el Salón de otoño. Manet llevó a exponer en este salón tres lienzos, “Hombre joven vestido de majo”, “La señorita Victorino en traje de espada” y por último, “El almuerzo campestre”. Todos fueron rechazados, siendo el último el que provocó mayores críticas, pues se le acusó de falta de técnica y falta de moral, al exponer un escandaloso desnudo ante tan refinado público. Aún así existió otro sector que sí supo apreciar esta magnífica obra de Manet, fueron los artistas más jóvenes, que más tarde se les conocería como los Impresionistas. Estos veían en el lienzo un alarde de vanguardia, y tomaron el lienzo como un punto de partida, realizando su obra tras las pautas instauradas por Manet.



“El Baño”, cuyo título se modificó cuatro años más tarde, representa un momento del artista donde está rompiendo con el academicismo para dar paso a la originalidad y vanguardia, aspecto que dominará sus años posteriores. En cuanto a la obra, fue rechazada por la falta de comprensión por parte del jurado, quienes vieron en el lienzo, una relación inmoral entre dos señores y una prostituta, pues así identificaron a los personajes. Sin embargo, Manet había partido de las obras clásicas para realizar este trabajo, muy lejos de las provocaciones que quisieron ver el público.



En cuanto al origen de la idea, parece ser que el artista se vio inspirado por una visión de un baño en el río parisino durante una estancia en Argenteuil. Dio forma a la idea dentro de su estudio, tomando como modelo para la protagonista a Victorine Meurant, la favorita del pintor, acompañándola del escultor holandés Ferdinand Leenhoff y de su propio hermano, Gustave. Los tres aparecen en el centro del lienzo enmarcados por un bello paisaje donde se vislumbra, al fondo, el Sena. Junto al río aparece otra mujer medio desnuda dándose un baño. En cuanto al grupo protagonista, en primer lugar observamos a la mujer pintada desnuda, que mira desafiante al espectador, sentada junto a uno de los personajes masculinos, y situada frente al segundo hombre representado. La blanca e inmaculada desnudez de la fémina contrasta violentamente con la vestimenta de los hombres. En la esquina inferior izquierda aparece, a modo de pequeña naturaleza muerta, las ropas de la muchacha junto a una cesta de frutas. Es el contraste de esta mujer desnuda junto a sus compañeros vestidos lo que más polémica levantó. La pregunta que nos hacemos es por qué tanto alboroto cuando los espectadores estaban acostumbrados a observar en la pintura desnudos femeninos. La respuesta la da el mismo cuadro, pues hasta el momento estos desnudos habían aparecido en la pintura de manera idealizada, cargados de simbolismo, con un significado explícito. Sin embargo ahora, se ha utilizado sin ningún fin aparente, la mujer desnuda es una modelo conocida, que esta representada como una señora normal, no es una diosa, ni un personaje mitológico.



La polémica la crea esta misma actitud desafiante de la mujer mirando atrevidamente al público, y sobre todo se debe a su identificación con un personaje real. De este modo el espectador, se ha convertido en voyeur pues debe observar el desnudo como lo que es, el cuerpo de una mujer en todo su esplendor, el cual podría pertenecer a cualquiera de su entorno. Esta sensación trasladada al público es lo que lleva a rechazar la obra, pues atenta contra los principios morales de la sociedad, y coloca al que lo observa en una situación embarazosa frente al cuadro. Pero la polémica suscitada no sólo partía de este novedoso tratamiento del desnudo, también influyeron las nuevas formas utilizadas por el pintor, a la hora de realizar su obra. En primer lugar, el uso de los colores sorprende por el contraste lumínico, el negro de los trajes frente al blanco puro del cuerpo de Victorine. Parte de los colores puros, y los envuelve en una ambiente cargado de tonalidades, marcando así los focos importantes y concentrando la visión en los contrastes. Este resaltado uso del negro era una de las razones por la que los académicos rechazaban las obras de Manet, pues era un color poco aconsejado y utilizado, dentro del arte realizado por el entorno academicista.



En el fondo del lienzo utiliza una técnica novedosa, que dota a la obra de verdadera modernidad, aboceta las formas consiguiendo así la profundidad y la sensación de que el aire envuelve la escena, así los personajes aparecen como parte inherente del ambiente. No obstante esta fórmula no es tan original como aparenta, pues está poniendo en práctica aquello que ha aprendido de su artista mas admirado, Velázquez.


Finalmente, decir que con esta obra Manet se situó dentro de la vanguardia cultural, dando pie a una nueva época tanto social como artística. Con su lienzo desafío al arte académico, provocó al público, pero también demostró gran calidad técnica, gran dominio del color y del dibujo, y sobre todo, un enorme respeto a los grandes clásicos de la pintura, que tuvieron en él un digno predecesor.



No hay comentarios:

Publicar un comentario