sábado, 14 de diciembre de 2013

Arte Bizantino. Santa Sofia

La imagen nos muestra el interior de la Basílica de Santa Sofía de Constantinopla, el edificio más importante  construido en el Imperio Bizantino. Dicha basílica fue mandada construir en el siglo VI por el emperador Justiniano, en pleno apogeo del Imperio.

La basílica de Santa Sofía está diseñada siguiendo una planta centralizada, característica del arte bizantino. Se trata de una planta cuadrada con cruz griega inscrita, en cuyo centro descansa una gran cúpula. Dicha cúpula se sostiene sobre pechinas que conducen el peso de la misma hacia las columnas. A su vez, dos semicúpulas actúan como contrafuertes contrarrestando el peso de la cúpula principal. Desde el exterior se puede apreciar claramente este sistema de semicúpulas y contrafuertes, que además permite crear el efecto de ligereza del conjunto.

La multiplicación de cúpulas es una de las características definitorias del arte bizantino. Prácticamente todos los edificios de este estilo artístico eligen este sistema para su cubierta. No se trata de una invención propia sino de un elemento aprendido del arte romano, del que el bizantino es heredero (no debemos olvidar que el Imperio bizantino es la continuación del Imperio Romano de Oriente), y que logran perfeccionar gracias a la invención de sistemas como las pechinas y las trompas.

El interior de la iglesia es igualmente característico del arte bizantino ya que utiliza para su decoración el mosaico y los mármoles de colores, dos técnicas igualmente aprendidas de Roma y llevadas a su esplendor durante este momento. En los mosaicos interiores predomina el color dorado potenciado por la luz que penetra por la base de la cúpula y que permite crear una atmósfera espiritual muy acorde con la función religiosa del edificio. Este uso del dorado será otro de los elementos característicos del arte bizantino que muestra la riqueza y el momento de esplendor que se vivió durante el siglo VI gracias al dominio de las rutas comerciales procedentes de oriente (seda, especias,...) y del Mediterráneo.

Como conclusión podemos destacar que Santa Sofía de Constantinopla es una de las construcciones más geniales de la Historia del arte. En ella podemos reconocer la tradición clásica romana tanto en los elementos constructivos y decorativos (columnas de orden clásico geometrizado, mosaicos, arcos de medio punto, cúpulas,...) como en el interés por la ingeniería y la matemática (algo que nos recuerda al reto arquitectónico del Panteón de Roma). Esta herencia clásica es especialmente importante dado que en el siglo VI en Europa occidental se había perdido prácticamente la tradición clásica por la llegada de los pueblos germánicos. Por este motivo, sólo persistirá esta complejidad arquitectónica en oriente. En el caso de las cúpulas, tendremos que esperar hasta el Renacimiento para recuperar esta técnica en occidente.

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