2. La técnica es óleo sobre lienzo.
La composición resulta a la vez fácil de
ver pero compleja de realizar (ésta es precisamente la maestría). En principio,
y aunque el cuadro parezca simétrico, no lo es. El centro de la composición lo
crea el niño de rojo (el color que más atrae la mirada) que junto al marco del
cuadro crea una gran línea vertical que separa ambas partes. Si nos fijamos en
ellas, la izquierda es mayor que la derecha en una proporcionalidad conocida
desde muy antiguo llamada número aúreo (número de oro), muy utilizado en el
Renacimiento.
En cuanto a la relación línea-color,
predomina el segundo. Es la llamada pincelada suelta que realiza las formas a
través de pequeños manchones, al igual que hacía ya Velázquez.
Los colores predominantes son los cálidos,
en especial los dorados (herencia de Tiziano). Sobre este fondo Goya vuelve a
recurrir a Velázquez y anima el cuadro con estallidos de rojos, como ya se
hacía en las Meninas.
La luz juega varias funciones en el cuadro.
Por una parte dará una mayor importancia a Maria Luisa que relumbra con su
vestido (que era el verdadero poder del reino, junto a Godoy).
Su
otra función tiene que ver con la creación del espacio. En este punto Goya se
encuentra con un grave problema. Tiene que meter demasiadas figuras en un
espacio bastante pequeño, lo cual puede llegar a crear una sensación de asfixia
en el espectador. Por eso necesita crear por medio de trucos más espacio, y
para ello recurre a Velázquez y sus Meninas.
Por una parte coloca en el fondo cuadros
que abran una mayor perspectiva, sobre todo el de la derecha.
Por otra juega a crear bandas horizontales de
luz y sombra de forma consecutiva, igual que ocurre en las Meninas, creando así
como una serie de peldaños en donde el ojo se va parando, avanzando más
lentamente hacia el fondo y dando una impresión de mayor espacio.
El tratamiento de las figuras es realista, acaso
excesivamente realista para su tiempo, pues la capacidad de penetración
psicológica del pintor es tan grande que casi nos va desnudando a toda la
familia real, que vemos con todos sus vicios y miserias.
3. El retrato diseñado por Goya es una
representación de grupo de toda la familia real, al estilo de cómo lo había
hecho Louis-Michel van Loo, en su cuadro de La familia de Felipe V o Jean Ranc
en otro retrato de la misma familia. La familia de Carlos IV lo componen
catorce personajes donde Goya rinde homenaje a Velázquez y su lienzo Las
Meninas. Es un lienzo de enormes dimensiones (más de tres metros de ancho por
otras casi tres de alto) que se dispone en tres grupos de cuatro personajes, que ordenan la
composición: a la izquierda el infante Carlos María Isidro, y junto a él,
avanzando en primer plano la figura egregia de Fernando, en esas fechas
Príncipe de Asturias todavía. Completan el grupo, Doña María Josefa, hermana
del rey, y a su lado una muchacha sin rostro que alude, de esta forma, a la futura mujer de Fernando VII, que aún no
se conocía. El grupo central viene dado por los padres de familia, el rey y la
reina, Carlos IV y María Luisa de Parma, acompañados de la infanta María Isabel
y su hermano pequeño, el príncipe Francisco de Paula (de la mano de la reina).
El tercer grupo, situado a la derecha y en un plano algo más secundario, está
formado por el infante Antonio
Pascual, Doña Carlota Joaquina y
finalmente los príncipes de Parma que llevan en brazos al pequeño infante
Carlos Luis. El pintor destaca en el centro a la reina, con intención de
realzar la figura de la reina María Luisa, auténtica dominadora en la familia,
además de presentar al rey con cierta pose bobalicona. Remata la composición el
autorretrato del propio Goya, a modo de homenaje a Velázquez en Las Meninas,
pero en un segundo plano y en mayor penumbra que aquel.
4.Probablemente
el mejor retrato de conjunto del XIX. Una obra imprescindible para todo aquel
que visite el Museo del Prado, que además cuenta con una sala en la que se
sitúan también los dibujos preparatorios y los dos magníficos retratos
ecuestres de Carlos IV y María Luisa de Parma. Goya es capaz de transmitir en
el cuadro quién era quién en aquella Corte: una Carlos IV ilustrado, mecenas y
bondadoso pero poco o nada dado para las tareas de gobierno, una Reina de
fuerte personalidad y auténtica gobernante de aquella Monarquía (junto a su valido,
o algo más, Godoy), un Fernando VII amenazador y ambicioso a la espera de
hacerse con las riendas del poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario