1.Fallingwater. La Casa de la Cascada. Esta es sin lugar a
dudas la vivienda más conocida diseñada por Frank Lloyd Wright (1876-1959), un
verdadero tótem de la arquitectura del siglo XX levantado en medio de un bosque
y un arroyo en el paraje de Bear Run (estado de Pensilvania, Estados Unidos).
El edificio que se señala como ejemplo sublime de la arquitectura orgánica, una
de las dos grandes corrientes del Movimiento Moderno. Habrá muchas personas a
las que no convenza una gran parte de las realizaciones arquitectónicas
contemporáneas, pero difícilmente encontraremos un solo detractor de esta
construcción que atrae a todos por los singular de su localización, por las
soluciones que ofrece y por la belleza del conjunto.
2.Pero remontémonos a los orígenes de la obra. En 1935 el
millonario norteamericano Edgard Kaufmann adquiere unos terrenos en medio de un
bosque de enorme belleza, surcado por un arroyo de aguas cristalinas que
transcurre salvando rocas y desniveles. Resuelve encargar a Wright la
construcción de una residencia de vacaciones que le permita mantener el
contacto con la naturaleza imposible en la ciudad. Tras algunas vacilaciones,
el arquitecto diseña una vivienda que cumple sólo a medias el deseo del
cliente. Éste ha pedido una casa cerca del arroyo; el arquitecto va a
construirla literalmente en el mismo curso de agua, integrando de manera
absoluta construcción y naturaleza. Kaufmann acaba por aceptar esta innovadora
propuesta y las obras se llevan a cabo entre 1936 y 1937. Se emplearon en ellas
dos tipos de materiales principales: el hormigón armado con el que se levantan
los grandes planos horizontales que caracterizan la casa y la piedra del lugar,
con la que se realizan en mapostería los elementos verticales, así como las
solerías. Además, grandes ventanales de cristal iluminan y ventilan el interior
de la residencia.
Con todo ello Wright ha logrado un edificio de planta
compleja, en el que los volúmenes juegan unos con otros, contrastando las
líneas verticales y horizontales, y donde los espacios resultantes están lejos
de la uniformidad. Se tiende a afirmar que esta obra maestra es un ejemplo de
integración absoluta en el paisaje, pero deberíamos verla también desde otra
perspectiva. Aquí el autor ha logrado dominar por completo a la naturaleza, la
ha puesto al sevicio de las necesidades humanas, de una tan básica como la del
hábitat; ha logrado que el paisaje envuelva a la vivienda y que el agua que
transcurre a su través sea un elemento más del conjunto. El cambiante sonido de
la cascada forma parte importante de la sinfonía de esta vivienda tan especial.
Es cierto que la casa parece flotar en el agua, pero no es menos verdad que el
agua resulta ser parte integrante de la propia vivienda.
Cuenta una anécdota que Wright estuvo dando vueltas en su
cabeza al proyecto de la casa de la cascada durante meses, pero que luego acabó
concretándolo en unos dibujos que le ocuparon poco más de dos horas.
Probablemente este edificio sea la vivienda más conocida en la historia de la
arquitectura y, desde luego, por el gran público. Fijaos bien: dos horas para
diseñar un proyecto de memoria eterna. En eso consiste la genialidad. El
artista.
Impresionante el número de páginas webs dedicadas a la casa
de la cascada. Fallingwater, la página oficial de esta casa hoy museo, resulta
de poca utilidad.
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