martes, 8 de octubre de 2013

Escriba Sentado.



Esta escultura del arte egipcio, pertenece a un autor desconocido. El Escriba sentado, que así se llama, fue esculpida entre 2480-2350 a.C. Actualmente, la podemos encontrar en el Museo del Louvre en París. 

El Escriba sentado, de 54 cm de altura, está tallado en piedra caliza policromada (cristal de roca, magnesio y cobre). 
Se encuentra en posición sedente, con las piernas cruzadas, sosteniendo entre ellas un papiro y un estilo, que le servía para escribir. 
Como se puede observar va semidesnudo, solo lleva el shenti, una especie de falda larga y estrecha hecha de paño de lino sobre la que está apoyando el papiro. En cuanto al pelo negro intenso, podía ser natural o una peluca, que en Egipto era frecuente usarla. Su tonalidad rojiza de la piel, hacen resaltar los ojos elaborados con muchos detalles, como por ejemplo el iris, de basalto y las pupilas de plata, lo que hacían intensificar su mirada al frente y prestar atención a lo que le estaba dictando.
La postura es un poco hierática, y las manos y los pies son de gran tamaño. Se resalta muy bien la parte frontal del pecho, alejándose así del canon de belleza ideal, ya que esta escultura buscaba el naturalismo, hacer una representación tal y como eran las personas en aquel momento, llena de detalles que contraponía la figura divina de los faraones. 

La figura del escriba se hizo importante porque saber leer y escribir no era muy común en aquella época, por esto alcanzaron un importante poder, ya que el Estado necesitaban de sus servicios para anotar los tributos al faraón. Por su importante labor, el faraón cedió a algunos escribas la vida eterna, que hasta entonces era exclusivo del faraón. De aquí surge la necesidad de realizar esculturas de carácter funerario como lo es esta escultura. 
Esta obra fue descubierta por el arqueólogo Auguste Mariette en 1850 en la necrópolis de Sakkara, frente a la ciudad de Menfis, que había sido la capital del Imperio Antiguo. 


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