El Coliseo, localizado en Roma, empezó a ser construido en el año 72 d.C., durante el mandato de emperador Flavio Vespasiano. Terminada la obra en el 80 d.C., el Coliseo se convirtió en el anfiteatro más grande jamás construido. Su autor se desconoce. En su interior se celebraron numerosos juegos incluso después de la caída del Imperio Romano. Su deterioro se debe a el abandono y a las consecuencias de dos terremotos.
La parte de la fachada que se conserva, está formada por cuatro niveles. Los tres primeros está formados por una sucesión de 80 arcos de medio punto acompañados por columnas que soportan el entablamento decorativo, además, estaban decorados de abajo arriba de los órdenes: dórico-toscano, jónico y corinto. El cuarto nivel está formado por un muro con pilastras y estaba decorado con mezcla de estilos. Algunos de los materiales usados en su construcción fueron: bloques de mármol, travertino, hormigón, ladrillos, piedras y estuco.
En la planta elíptica, se distinguen dos partes: la arena, donde tenía lugar el espectáculo y la cávea, donde se situaban las gradas que podían llegar a acoger hasta 50000 personas. Se entraba por los arcos del piso inferior, y en el interior había escaleras y rampas que daban acceso a las gradas.
Debajo de la arena, se podía observar las dependencias de los animales y estaba dotado por un complejo sistema mediante el cual podía convertir la arena en una piscina.
El Coliseo se construyó sobre las ruinas del parque de Nerón alrededor de su palacio y la construcción de este se consideró un generoso regalo al pueblo del emperador, con el cual potenciaba su imagen benefactora y glorificaba su divinidad.
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